La industria textil es un sector manufacturero global centrado en la producción, procesamiento y distribución de fibras, hilos, telas y productos textiles terminados. Con una rica historia que abarca milenios, ha evolucionado desde métodos tradicionales de artesanía hasta procesos industriales sofisticados, desempeñando un papel vital en las economías de todo el mundo y satisfacer las necesidades humanas esenciales de ropa, refugio e higiene. La producción textil implica varias etapas clave, comenzando con la producción de fibra. Las fibras naturales como el algodón, la lana, la seda y el lino se derivan de plantas y animales, mientras que las fibras sintéticas que incluyen poliéster, nylon y acrílico se fabrican a partir de petroquímicos. Estas fibras se someten a girar para formar hilos, que luego se tejen, tejen o no se tejen en telas a través de procesos como tejido (urdimbre y hilos de trama) o tejer (formando bucles con un solo hilo). La industria abarca una amplia gama de productos. Los textiles de ropa dominan la cuota de mercado, incluida la ropa para todas las ocasiones, desde ropa diaria hasta prendas de alta costura. Los textiles del hogar constituyen otro segmento importante, con ropa de cama, toallas, cortinas y telas de tapicería. Los textiles técnicos representan un nicho en crecimiento, con aplicaciones en campos médicos (vestidos quirúrgicos, vendajes), industrias automotrices (cubiertas de asientos, airbags) y construcción (materiales de aislamiento, geotextiles para la estabilización del suelo). La producción textil global supera los 100 millones de toneladas métricas anualmente, con Asia liderando como el principal centro de fabricación. Solo China representa más del 50% de la producción textil global, seguido de India, Bangladesh y Vietnam, aprovechando las ventajas competitivas en la infraestructura de mano de obra y fabricación. La industria emplea a más de 300 millones de personas en todo el mundo, lo que lo convierte en una de las mayores fuentes de empleo en la fabricación. Los últimos años han visto avances tecnológicos significativos que transforman la producción textil. La impresión digital permite diseños precisos y personalizables con un uso reducido de agua, mientras que la automatización y la robótica han mejorado la eficiencia en los procesos de giro y tejido. Los textiles inteligentes que incorporan sensores o materiales conductores están surgiendo, ofreciendo funcionalidades como la regulación de la temperatura o el monitoreo de la salud. La sostenibilidad se ha convertido en un enfoque crítico, abordando las preocupaciones ambientales, como la contaminación del agua de los procesos de teñido, el alto consumo de energía y los desechos textiles. La industria está adoptando prácticas como teñido sin agua, reciclaje de textiles posteriores al consumo y el uso de fibras orgánicas o biodegradables. Los programas de certificación para textiles sostenibles están ganando tracción, ayudando a los consumidores a identificar productos ambientalmente responsables. A pesar de los desafíos que incluyen los precios fluctuantes de las materias primas y el aumento de las demandas regulatorias, la industria textil continúa innovando, adaptándose a las preferencias cambiantes del consumidor para productos textiles sostenibles, funcionales y tecnológicamente avanzados.